7 enseñanzas que nos deja el coronavirus
Como dice la sabiduría popular, “toda crisis implica una oportunidad”. Ya seas de los que tiende a ver el vaso medio lleno o medio vacío, la cuestión es que el coronavirus ha impactado en nuestras vidas y nuestros negocios de una manera inesperada. Caída de ingresos, inestabilidad en la actividad, emergencias en la gestión de plantillas, adaptación a hábitos de compra y ocio nuevos… No es fácil, en absoluto. Sin embargo, los cambios así de profundos en la sociedad siempre implican una oportunidad para hacer las cosas mejor o directamente reinventarse. Te invitamos a mirar hacia atrás y hacia delante con una mirada crítica pero constructiva y a sacar conclusiones de futuro.
1. La importancia de tener un colchón
De repente, un evento masivo e inesperado pone patas arriba el mercado, los ingresos se reducen drásticamente, los gastos se mantienen o incluso crecen y el panorama destila incertidumbre en el corto plazo. Algo así hemos vivido con los confinamientos o restricciones –aunque sean intermitentes– desde el inicio de la pandemia de coronavirus. Pero no tiene por qué circunscribirse solo a emergencias sanitarias. En 2021 también hemos visto las orejas al lobo de lo que puede suponer para la economía que haya embotellamientos en el transporte marítimo, cortes o problemas en las cadenas de suministro mundial.
Nuestra reacción no debe pasar por caer en la desazón, el pesimismo o el alarmismo. Tampoco se trata de abrazar las teorías del apocalipsis y vivir con miedo constante a crisis, epidemias y desastres. Sin embargo, sí merece la pena incluir en nuestras previsiones un cálculo para situaciones de emergencia. Estos meses nos están demostrando una vez más la importancia de tener un plan de negocio sólido. Ahora es el momento de reevaluar tu plan de negocio, estudiar los gastos e ingresos, el nicho de mercado al que se dirige y replantearse los productos, servicios o dinámicas de trabajo. Toda empresa que funcione bien debería de ser lo suficientemente rentable como para generar reservas para unos cuantos meses sin que ello suponga la quiebra. Y si no, tener un plan b.
2. Diversificación de ingresos
El anterior apartado nos lleva de la mano al siguiente punto. Nos estamos refiriendo lógicamente a diversificar tus fuentes de ingresos. Los confinamientos o restricciones han generado nuevas formas de consumir, de ocio y de interacción social, incluso han expandido nuevas formas de trabajar como el teletrabajo. Cabe esperar que en un tiempo está situación excepcional termine remitiendo, pero nos ha dejado algunos apuntes que deberíamos considerar para futuras crisis, sean del tipo que sean.
«No pongas todos los huevos en la misma cesta».
Muchos pequeños negocios tuvieron que improvisar cuando se declaró el cierre de la actividad no esencial y, a pesar de todo, lograron generar ingresos. Ahí está la miga, el meollo. Dentro de tu sector, es relevante explorar distintas maneras de hacer dinero de manera simultánea, alterna o al menos como plan de emergencia. Hay diversos ejemplos, todos ellos posibles gracias a las nuevas tecnologías. Las reservas online son una herramienta sencilla y eficaz para organizar de forma quirúrgica tu agenda, sin apelotonamientos de gente en tu local. Las videollamadas de alta calidad te permiten ofrecer asesoramiento, llevar a cabo ventas o contactar con clientes de manera muy personal y directa. Poner en marcha una web o tienda online para complementar los ingresos de tu peluquería, tienda minorista, academia o clínica es algo sencillo y factible. Las citas a domicilio para prestar tus servicios son otra opción muy demandada en todos los sectores gracias a la flexibilidad y el valor añadido que implican.
El futuro está aquí, es hoy y es mañana. La tecnología nos permite que no todo el negocio ni todas las ventas tengan que proceder obligatoriamente de nuestro local físico. Dale una vuelta y no dependas exclusivamente de una única fuente de ingresos (al menos no lo hagas porque pienses que es inevitable).
3. Nuevas formas de estar en contacto con tus clientes
En muchas ocasiones el único contacto entre un cliente y el empresario se produce cuando los clientes acuden al local físico. Esto no tiene por qué ser necesariamente negativo, pero hemos visto que si por algún motivo disminuye la frecuencia con la que la clientela puede, debe o quiere visitar nuestro negocio, se pierde un valiosísimo feedback.
La pandemia obligó a que muchos negocios compensaran ese déficit de comunicación con sus clientes a través de las redes sociales, algunos incluso se atrevieron a enviar boletines informativos (newsletters). ¡Y menuda sorpresa! ¡Funciona! Es evidente que no es lo mismo una conversación cara a cara que una publicación de Instagram. Pero no nos hagamos trampas al solitario: el objetivo no debe de ser sustituir una cosa por la otra, sino que se complementen y sacar todo el jugo al máximo de bazas posibles.
El marketing online ofrece una serie de herramientas cada vez más sencillas, útiles y productivas para conocer y contactar con nuestros clientes y, a la vez, generar más ingresos a través de la venta online, la publicidad o el valor añadido. No hay excusas, en tu plan de negocio tienes que considerar las nuevas formas de comunicación.
4. Espíritu de equipo
En conversaciones con nuestros clientes durante estos meses muchos nos han resaltado el excepcional “espíritu de equipo” que han detectado en sus plantillas. Por lo general, los retos y las situaciones difíciles generan efectos polarizantes en las organizaciones humanas: separar de manera fulminante o fortalecer como acero de los altos hornos. No siempre estará en tu mano, pero una correcta gestión de los esfuerzos y del reparto de la carga de trabajo son elementos que pueden marcar la diferencia dentro de tu equipo. Y los trabajadores notan esas cosas y reaccionan en consecuencia cuando vienen mal dadas y toca hacer un esfuerzo.
Por otro lado, las nuevas tecnologías te facilitan una gestión más eficiente, transparente y sencilla de tu día a día. Con nuestro software, por ejemplo, puedes crear y compartir con tus empleados la agenda online con las reservas y sincronizarlo con el plan de turnos y bajas, manejar el inventario o generar informes de productividad.
Siempre será más fácil achicar el agua cuando suba la marea si los empleados sienten que se les toma en cuenta y que son parte real de la empresa, a que estén descontentos, desmotivados o tengan dudas del funcionamiento profesional de tu negocio.
5. La competencia dentro de cada sector
Todos estamos en el mismo barco. Una frase que parecía vacía hasta que, literalmente, todos hemos vivido un confinamiento. El impacto no diferencia entre trabajadores, empresarios, estudiantes o pensionistas. ¡Hasta las pobres mascotas se vieron afectadas!
Dentro de cada sector ocurre lo mismo. Las distintitas asociaciones profesionales o representantes de cada industria han tenido que coordinarse para evaluar pérdidas, solicitar ayudas y ofrecer cursos de formación para montar tiendas online o llevar las redes sociales, por ejemplo. Además, han surgido espontáneamente redes de apoyo al comercio local y de apoyo entre distintos negocios del mismo ramo para reivindicarse y ayudar a levantar el mercado.
Parece como si de pronto hubiéramos recordado que el informático necesita al farmacéutico, que la peluquera acude al taller mecánico, el profesor precisa del gimnasio para cuidar su salud o que el fisioterapeuta (y el resto de mortales) acude al supermercado aunque afuera truene, nieve o incluso caigan menhires sobre nuestras cabezas (así es, Astérix, Obélix y cía.). ¿Por qué desaprovechar este momento social? Contribuye y pon tu granito de arena en tu comunidad, tu sector y tus propios empleados. Las nuevas tecnologías ponen en contacto servicios, productos… y personas; las llamadas sinergias, otro concepto que parecía vacío. No lo olvidemos.
«Uno para todos y todos para uno…»
6. Cambiar de marcha
A algunos les ha entrado prisa por hacer cosas que nunca habían probado, como apuntarse a cursos de escalada, aprender a producir vino o adquirir una mascota. Otros han iniciado un camino introspectivo: reformarla casa, cuidar la salud o mejorar sus relaciones personales. Otro sector importante valora ahora mucho más pequeños placeres de la vida que antes casi no teníamos en consideración: la importancia de las miradas (¡se puede sonreír con los ojos!), el valor de las terrazas y disfrutar del sol, la naturaleza y el aire libre…
La lista sería interminable. Lo que está claro es que la escala de valores e intereses de la gente está cambiando, todo el mundo está reevaluando sus prioridades. Y un patrón común a todas ellas es el ritmo de vida, ya sea para hacer más/menos cosas, vivirlas de otra manera o vivir más/menos rápido. Identifica en tu negocio qué apartados puedes mejorar y cómo puedes dar un valor añadido a tus productos o servicios.
7. Buscar ayuda
No siempre es fácil y no suele ser plato de buen gusto. ¡Pero no ha habido alternativa en muchos casos! Mucho más allá de las ayudas públicas o la facilidad para pagar ciertos impuestos, lo cierto es que muchos negocios se vieron obligados a sacar la bandera blanca y pedir ayuda: reajustes de pagos entre proveedores, ofrecer bonos o vales a sus clientes, campañas de concienciación para promover el consumo local…
La gente ha entendido que debemos ayudarnos dentro de nuestra comunidad y que ello redunda en un beneficio compartido entre trabajadores, empresarios, clientes y como sociedad. Si varios pilares sufren, por pequeños o desapercibidos que parezcan, el escenario de todos se tambalea o directamente se cae.
CONCLUSIÓN
Esperamos que este artículo sirva de inspiración. Por muy trillado que parezca, toda crisis es una oportunidad. Bajar los brazos supone aceptar una derrota que no tiene por qué producirse. Le recomendamos que se concentre en aprender de toda esta situación y que lo aproveche en el futuro.
¡Cuidaos mucho, os deseamos salud y éxitos!